Las vacaciones de una maruja son cuánto menos algo raras a no ser que sean en un hotel, que pocas veces se dá el caso.
Vayas dónde vayas:
No se deja de comer.
Con tanta calor y sudores, el cambio de ropa es más asiduo.
El polvo sigue entrando aunque esté todo cerrado.
Con los niños el lío es más grande, levántandose a la hora que les dá la gana, ni se saben los horarios de comida, de salida y de entrada.
A esto hay que añadir hacer y deshacer maletas.
Unos días en el pueblo, visitando a una de mis suegras.
Otros días en la playa. Descansando.
Otros días en otro pueblo, visitando a mi otra suegra.
Vuelvo con la vuelta ciclista, este año sale de Granada con un recorrido por la cuesta de la Alhambra y eso espero no perdérmelo.
Descansad que eso será a finales de agosto.
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