26.8.05

Síndrome Posvacacional

Siempre espero volver, con esa piel que veo en otras, morena y brillante, pero la mía toma tintes ocres, rojizos, y morados. Cómo dice mi bendita madre, con el sol me pongo "arroalá", la palabreja no se encuentra en el diccionario, ya lo sé pero es algo así como un batiburrillo de colores, pecas y lunares.

He engordado tres kilos.
Que no me estorbarían sino se hubieran acumulado todos en la barriga. Debido muy problamente a que junto a una cuñada le hemos hablado de "tu" a los tintos de verano y a las tapas que lo acompañaban.
Aunque estoy contenta, todavía no he llegado a ésta, me falta el collar.

He aprendido y recordado algún que otro taco, y es que el que no se ha bañado en la piscina de mi pueblo, posiblemente no sepa de que hablo.

El agua de dicha piscina está muy, muy fría, aunque hablaría con más propiedad si dijera congelada. Pero hay más, para describir la de la ducha todavía no se ha inventado palabra alguna.
Mientras que nos corre por el cuerpo y la respiración se va haciendo más y más rápida, se acuerda uno de todos los tacos que no ha pronunciado en todo el año, incluso alguno nuevo.

Una vez dentro de la piscina se empiezan a notar las piernas al cuarto de hora. Nunca he visto a un grupillo de gente parada dentro del agua hablando, las conversaciones son tipo:
-Maruja, ya estás aquiiiiiiiiii
-siiiiiiiiiiiiii
A nadie se le ocurre parar de nadar.

Me he reencontrado con muchos y muchas amigas de la juventud:
-Maruja, estás igual, igual que antes.
-Fulanica, tu también.
Claro que las dos usamos gafas. Y las revisiones ya se sabe, nunca se hacen.

Es de lo que más he disfrutado, echar ratillos con gente que fué importante en distintas etapas de la vida, y que se tarda en volver a ver.

Y para finalizar se descubre el sablazo que le hemos dado a la cartilla familiar, por la mala costumbre de no llevarme la calculadora de vacaciones

¿Síndrome posvacacional?
Yo ninguno, estoy encantada con la vuelta a mi casa.

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