Mi indignación es doble:
Dos mujeres mueren con pocos días de diferencia a manos de sus maridos en Granada.
No soy nadie para hacer un análisis de este problema, pero me uno a un llamamiento de mi amiga Nina.
Sí estoy segura que los padres no estamos haciendo bien nuestro trabajo.
Algo falla en la EDUCACIÓN que le damos a nuestros hijos.
Algo falla en nuestras casas.
Y es dónde menos miramos cuando hay problemas.
También me ha indignado un artículo del ideal, Juan Enrique Gómez, un periodista premiado, está triste y decepcionado.
Dice: "Los Granadinos Ignoran la protesta por las dos últimas mujeres muertas".
Me siento aludida directamente.
El caballero podría preguntarse por qué los granadinos no acudieron a esa protesta, a las doce de la mañana en la Puerta del Ayuntamiento.
Podría imaginar el caballero que no todos los granadinos son periodistas ni trabajadores del ayuntamiento, y que a esa hora estarían en sus trabajos.
Podría imaginar el caballero que esos llamamientos cuando nos llegan a otra gran mayoría de granadinos ya han pasado.
Podría imaginar el caballero que a casi todas las personas, de dónde sean, un asesinato de quién sea le revuelve las tripas, como muy poco.
Y sólas estuvieron esas mujeres mientras las mataban.
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