Es un asco ser madre de una adolescente que empieza a trasnochar.
Una llamada a las tres de la mañana, que te pilla en el primer sueño, que no sabes ni dónde estás, ni que es ese ruido que te ha despertado, intentas llegar hasta el teléfono dando tumbos y chocando con todas las esquinas y el "joio" deja de sonar.
Miras el nº y compruebo que es el movil de la niña, ¿que querrá?, si es la hora en la que debería de estar entrando por la puerta.
LLamo y nada.
Mi estómago empieza a ser invadido por arañas.
Vuelvo a llamar y nada.
Las arañas se están multiplicando por segundos.
Rellamada y nada.
Las arañas están tomando mi cuerpo.
A la cuarta va la vencida.
-¿Nena, qué quieres?
-Que llego un pelín tarde, estamos esperando al padre de "fulanico" y cómo la otra vez me castigastes por no avisarte de que llegaba tarde, pos te llamo.
Y ahora ¿quién es la guapa que se duerme?
¿Se dormirán las arañas con un vaso de leche?.
Aunque pensándolo mejor voy a comprobar si el tabaco mata y me las cargo con un cigarro.
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