En mi familia heredamos en vida, tengamos la edad que sea, la ropa de unos se va pasando a otros.
Ayer me probé una falda vaquera, heredada por mi hermana y que a ella le quedaba algo ancha.
Como si la hubieran hecho a mi medida.
Una expresión de asombro apareció en la cara de mi hermana, sus ojos brillaban cada vez más, una gran sonrisa se apoderaba de ella:
-Es la alegría más grande que me has dado. ¡Estás más gorda que yo!.
Es mi hermana pequeña.
Es la única que tengo.
¡Hago cualquier cosa por hacerla féliz!
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