Hace algún tiempo que quería hacerlo.
Porque creo en el derecho de cualquier persona a decidir sobre ciertas actuaciones sanitarias ante ciertas enfermedades.
Por si llegado el momento no tengo suficiente voz para decir, ¡dejadme en paz!, he hecho una declaración de voluntad vital anticipada.
Me asombró la seriedad del acto de la firma.
Una vez que rellené todos los documentos, un señor en un despacho igual que mi piso, me recibió, me leyó toda la declaración e íbamos firmando uno a uno todos los folios.
Me recordó a esas firmas de acuerdos importantes que se ven en televisión.
Y ya, de paso, he manifestado mi deseo de donar todo los órganos que me queden servibles.
También he dejado dicho que los pulmones se los dejo a los estudiantes de medicina, por lo menos les servirá para jugar.
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