Aprendí a dar hostias mentales cuando mis hijos dejaron los pañales, ya no podía darles en el culo. Y cómo es tanta la impotencia que a veces se siente, me busqué una salida.
Esta tarde, en mi paseo diario, no he tenido más remedio que volver a hacerlo.
Se me pone delante una jovencita vestida de Papa Noel, Señora, ¿quiere probar el nuevo perfume de "nosequién"?, esta rosa para usted y esta otra para su novio......me vuelve a mirar y por su linda boquita sale, bueno...mejor para su hijo.
Y yo aunque maruja, estoy muy bien educada, después de enseñarle mis dientes le he dado dos hostias mentales a la linda chiquilla.
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