Me gusta pasear en primavera por Granada, sentarme en un banco de alguna plaza, sentir esa brisa "calenturria" en la cara y contemplar a la gente mientras me fumo un cigarrillo.
En eso andaba yo, un poco ensimismada, cuando siento un culo que se aposenta en mi mano.
-Perdón, no te había visto.
Joder con el tio, ¿cómo que no me ha visto?.
A punto de volverme y plantarle la otra mano en la cara estuve, pero en ese mismo instante me acordé de lo que había leído en el 20 minutos:
Si te sientes invisible a los hombres desde la menopausia, es probable que el problema sea que no te huelan porque tu olor corporal haya cambiado. Las culpables parecen ser las feromonas, unas sustancias que regulan la atracción sexual en los animales.
Un reciente trabajo realizado en la Universidad americana de Harvard ha comprobado el efecto de añadir la feromona Athena a un grupo de mujeres menopausicas. Y ha comprobado que este conjunto había tenido más muestras de afecto, citas y relaciones que el grupo sin la feromona.
Comprendí al hombre, no es que no me hubiera visto, es que no me olió.
¿Tendré que dejar de ser una maruja relimpia y no ducharme?
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